La presión, entendida la palabra dentro del marco futbolístico, ha sido siempre un componente esencial, y primario, del juego. Desde el momento en que dos equipos entran a un campo y se encuentran con que hay únicamente un balón, se introduce en el fútbol la disputa, la lucha, la fricción, en pos de ese solitario útil. Ya no sólo se trata de la utilización de la pelota, sino que también de la conquista de ella. He aquí el origen de la presión; su aparición va acompasada a la existencia del juego, y delineada por las reglas de este. La presión se convierte, de esta manera, en un en-sí del fútbol, una de sus propiedades.
De lo expuesto hasta aquí, podríamos deducir que la presión es la búsqueda del útil, cuando éste está en poder del rival. La presión es ímpetu de marca, apremio al rival que detenta el balón, o, en su defecto, obturación o entorpecimiento de su accionar. La imposibilidad de disponer siempre del balón, hace surgir la presión: presión es anhelo de balón.
Tipos de presión
Al ser el fútbol un deporte de equipo, enancado en la práctica colectiva, no resultaría complicado, a partir de esta característica fundamental del juego, establecer dos tipos generales de presión: individual y colectiva.
a) Presión individual
La presión individual es aquella que ejerce un único futbolista sobre el jugador rival que posee el balón en ese momento: se ahoga al detentor circunstancial del útil. Se podría decir, sin inconveniente, que el ahogo individual es la marca en estado puro, el impulso circunstancial, sin premeditación, la espontánea búsqueda de la pelota. Aquí la acción se centraría en dos actores: el que ejerce la presión, y el que la recibe. De esto se vislumbra que la presión se imprime sobre la pelota y, en consecuencia, a su detentador. El resto de los futbolistas se abstienen de la disputa, aunque estén pendientes del resultado de tal duelo. Esta clase de presión, la individual, es arcaica, primaria, visceral, inherente al juego, e ineludible para los actores.
b) Presión colectiva
De lo expuesto hasta aquí, podríamos deducir que la presión es la búsqueda del útil, cuando éste está en poder del rival. La presión es ímpetu de marca, apremio al rival que detenta el balón, o, en su defecto, obturación o entorpecimiento de su accionar. La imposibilidad de disponer siempre del balón, hace surgir la presión: presión es anhelo de balón.
Tipos de presión
Al ser el fútbol un deporte de equipo, enancado en la práctica colectiva, no resultaría complicado, a partir de esta característica fundamental del juego, establecer dos tipos generales de presión: individual y colectiva.
a) Presión individual
La presión individual es aquella que ejerce un único futbolista sobre el jugador rival que posee el balón en ese momento: se ahoga al detentor circunstancial del útil. Se podría decir, sin inconveniente, que el ahogo individual es la marca en estado puro, el impulso circunstancial, sin premeditación, la espontánea búsqueda de la pelota. Aquí la acción se centraría en dos actores: el que ejerce la presión, y el que la recibe. De esto se vislumbra que la presión se imprime sobre la pelota y, en consecuencia, a su detentador. El resto de los futbolistas se abstienen de la disputa, aunque estén pendientes del resultado de tal duelo. Esta clase de presión, la individual, es arcaica, primaria, visceral, inherente al juego, e ineludible para los actores.
b) Presión colectiva
Desde el momento en que la presión cesa de ser individual, trocándose en colectiva, ésta deviene en pressing. El pressing, concepto harto utilizado y malinterpretado, es la ejecución, en simultáneo, de diversas presiones individuales, coordinadas y, en muchas ocasiones, aplicadas por sistema. Aquí, a la mentada presión sobre la pelota, se le agrega el ahogo sobre los posibles receptores de esta. Al ser colectivo, el pressing adquiere una noción de coordinación y pulcritud, que no posee la más impulsiva presión individual. A su vez, el pressing no sólo busca la recuperación del balón, sino también el adelantamiento de líneas (aquí, de forma complementaria, entra en juego otro concepto: el achique), con el objeto de desarrollar el juego en campo rival, y el recorrer la menor cantidad de metros posibles hacia el arco rival, una vez obtenido el balón.
De las definiciones escanciadas en el párrafo anterior, se infiere que la presión conjunta es, en esencia, una acción ofensiva, aunque en su práctica, inicialmente, desarrolle una tarea de talante defensivo. Mientras que la presión no contempla el ulterior ataque, y se concentra y consume en la recuperación del útil, el pressing es, inherentemente, el despliegue defensivo coordinado, más la búsqueda inmediata del arco rival una vez obtenida la pelota. Una prueba de esta diferencia entre presión y pressing, es que un equipo cuando achica terreno o, directamente, se abroquela en su campo, renuncia al pressing, pero aun así está obligado a ejercer presión, de otra manera jamás obtendría el balón. Entonces, el movimiento de recuperación de pelota se inicia con la presión, sin ser la presión necesariamente pressing. Contrariamente, un equipo que asume una postura de ataque, de agresión como premisa, se verá forzado a utilizar el pressing para, de esta manera, poder adelantar sus líneas e intentar recobrar el balón lo más cerca posible del arco rival.
Simple: La presión está aherrojada al juego. El pressing, ineluctablemente, va engarzado al fútbol de ataque.
Nota: En otros artículos repasaremos los efectos producidos en el fútbol una vez surgida la utilización sistemática del pressing, y las diversas formas de, y los requisitos necesarios para, la utilización de este.
Excelente interpretación
ResponderEliminar¡Gracias¡
ResponderEliminar, excelente interpretación,saludos desde Ecuador.
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